Ayer fui más consciente que nunca de que la vida puede cambiar de un momento a otro, que unas veces toca cara y otras cruz, y es por eso que, esas piedras que aparecen por el camino, me van enseñando a valorar lo que tengo a mi lado: esa mirada siempre pendiente de mi y esa mano que se agarra a mi con todavía más fuerza en los momentos más difíciles; que tenemos a nuestros angelitos cuidando de nosotros y que cogidos de la mano somos todavía más fuerte de lo que nadie puede llegar a imaginarse.
Que los tropiezos del camino solo sirvan para seguir madurando, y sobre todo, para reafirmarnos que esto es de verdad.
GRACIAS MI AMOR.